¿Sabes cómo dejar de procrastinar?
Procrastinar una palabreja bien extraña y difícil de pronunciar que últimamente suena por todas partes y llama nuestra atención.
Pero ¿Qué significa procrastinar? Me fui a Wikipedia y me encontré no sólo con una definición sino también con un diagnóstico psicológico: «La procrastinación (del latín “procrastinare”: “pro” adelante, y “crastinus” referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables por miedo a afrontarlas.»
Resulta entonces, que cuando acudimos al diccionario nos encontramos que el significado de esta extraña palabra, no sólo no nos es raro o extravagante, sino todo lo contrario: nos resulta muy familiar aunque no la hayamos usado nunca. ¡Parece que la conocemos de toda la vida! Leyendo el significado de procrastinar nos encontramos con nosotros mismos y con nuestros miedos. Leemos el diccionario y nos sentimos entendidos, consolados e incluso justificados.
¿Pero son nuestros miedos los que realmente, y solamente, nos hacen procrastinar?
¿Para qué procrastinamos?
Parece que llevamos años procrastinando ¿no? ya desde pequeños nos manifestábamos en clase para que nos pospusieran la fecha de tal o cual trabajo pues teníamos miedo de bajar nuestro rendimiento, de no llegar a tiempo… pero con el tiempo nos hemos dado cuenta que postergar las cosas no hizo que sacáramos mejores notas en el colegio ni que ahora hagamos las todo mejor.
Es cierto que muchas veces hay un miedo inicial, pero a este se suma una autoengaño “Si tuviera más tiempo lo haría genial” y al final lo que pasa es que la lista de cosas por hacer ha crecido notablemente. Postergamos con la falsa ilusión de liberarnos del estrés, del agobio que nos produce nuestra lista infinita de cuestiones pendientes, pero al igual que posponemos las tareas, aplazamos el estrés que ellas conllevan. Procrastinar es solo una liberación fugaz en el presente, una sensación de sosiego momentánea y una ilusión de tener las cosas bajo nuestro control. Nosotros decidimos, nos rebelamos contra la presión y decidimos procrastinar.
Pero todo esto, en realidad, solo nos conduce a un mayor estrés y desasosiego en el futuro, pues la lista de cosas por hacer no solo no se ha reducido sino que ha aumentado seguramente y lejos de sentirnos liberados nos sentimos superados y cansados antes de empezar de nuevo. Entonces nos bloqueamos otra vez y escogemos la salida más inmediata: procrastinar.
Si lo pensamos con detenimiento, procrastinar nos produce: estrés, inquietud, culpabilidad, preocupación, bloqueo… incluso pensamientos negativos sobre nosotros mismos “No puedo con todo” “no soy capaz”…
Debemos librarnos del círculo vicioso de la postergación. ¡Esa es la verdadera liberación!.
¿Cómo dejar de procrastinar?
Vivimos en un tiempo donde las personas nos sentimos valoradas por nuestro trabajo, por lo que hacemos y no por lo que somos. Esto nos lleva demostrar constantemente lo útiles y eficaces que somos: como padres, como compañeros o como profesionales. Vivimos en una competitividad continua. Aspiramos a ser personas de alto rendimiento: madres de alto rendimiento, deportistas de alto rendimiento, etc. Todo ello vivido, aquí y ahora, en un presente continuo. Un presente lleno de experiencias también, y cómo no, de alto rendimiento; especiales y llenas de cosas por hacer. Porque cuantas más cosas hagas más feliz serás.
Tenemos una lista tan larga de obligaciones que al final no tenemos tiempo ni fuerzas ya para hacer las cosas que nos gustan, las cosas que nos llenan, las cosas que nos hacen ser quienes somos: muchas de ellas nada efectivas ni eficientes, pero que nos reconfortan y nos conectan con nosotros mismos ahora y con quienes queremos ser en un futuro.
Se nos va la vida llevando a cabo la lista de cosas por hacer y dejamos para después, postergamos lo más importante: ser quienes queremos ser.
Yo te propongo:
- ¡PARA!
Reflexiona sobre tus listas (seguramente tengas varias: la de casa, la del trabajo, la de la familia, la de los amigos… esos eternos “tengo que hacer»: llamar, escribir, ordenar, decir, organizar, buscar,…) y piensa qué cosas de esa lista son una responsabilidad ineludible, qué cosas te pertenecen y qué otras te vienen impuestas por el entorno y el ambiente en el que vives. Pregúntate cuánto hay de presión en esa lista y cuanto de necesidad real. Cuántos «tengo que» son tan necesarios, ineludibles, urgentes y necesarios para ti.
- EQUILIBRA LA LISTA DE TAREAS
Tómate un minuto y reordénala según tu propio criterio de importancia, urgencia y apetencia. Además yo te propongo: ¡Empieza por las cosas más pequeñas! Hacer esto será el siguiente paso para retomar las riendas y no sentir que «andas como pollo sin cabeza» como alguien me dijo una vez, haciendo mucho y no haciendo nada. Empezar por lo más pequeño nos saca de la incertidumbre de por dónde empezar, comenzamos el camino poco a poco y satisfechos de haberlo emprendido. Empezar a tachar pequeñas tareas es un una liberación que te dará fuerzas para continuar y dejarás de sentir que no puedes con todo.
- ¡EMPIEZA EL DÍA HACIENDO LO QUE MÁS TE GUSTA!
Hazte un mimo y empieza por buscarte un hueco al comienzo del día para hacer del conjunto de tareas pendientes la que más te guste. ¡Cuántas veces nos quejamos porque no tenemos tiempo para nosotros mismos! ¡Porque tenemos mil cosas que hacer! Y es verdad, así que como ya sabemos que la lista de cosas por hacer es infinita, vamos a empezar por hacernos un hueco en ella.
Hacer esto nos dará energía para todo el día pues nos sentiremos bien con nosotros mismos, realizados y con fuerza para afrontar todo lo que tenemos por delante. Además de auto-motivarnos, también sentiremos que NO se nos va la vida y habremos retomado alguno de nuestros proyectos que siempre ocupaban los últimos puestos. Una vez hecho algo que te gusta y te llena, algo que te conecta contigo mismo y con quien eres te dará una satisfacción ¡infinita!
Y para terminar
- UNA REFLEXIÓN Y UNA RECOMENDACIÓN
Me pregunto ¿por qué ahora, en este tiempo que vivimos se habla tanto de procrastinación? ¿Será el enfoque desde el que hacemos las cosas? En educación se habla hace tiempo de la motivación de los niños. ¿No será que al poner el foco fuera de nosotros, en esta motivación llena refuerzos positivos y recompensas inmediatas nos hemos olvidado de educar el hábito y la voluntad? Para llevar a cabo el día a día, para ejecutar todas nuestras tareas hace falta tener claros los objetivos, tener entrenada nuestra voluntad para perseverar y el hábito de autoevaluar nuestros progresos y nuestro buen hacer. En todo el proceso de ejecución de tareas debemos tener una buena gestión de nuestras emociones y así cuando el aburrimiento, la desgana, la apatía … aparezcan, podamos poner todas nuestras herramientas para combatirlas. No nacemos con una voluntad férrea ni con unos hábitos establecidos, todo esto se educa. A Dios gracias siempre estamos a tiempo de reeducarnos y a hacer las cosas desde otro enfoque.
¿Por qué no ponemos el foco en la cosa misma para dejar de procrastinar? Quizá emprender cada una de las tareas de la lista desde ellas mismas nos ayude a ver el sentido de hacerlas sin esperar nada extra por ello. Hacer nuestras tareas por el propio disfrute de haberlas hecho bien, de haberlas terminado, por la propia satisfacción de cumplir con nuestra responsabilidad y también por qué no, por la satisfacción del trabajo bien hecho. (Que nada tiene que ver con el perfeccionismo)
Sobre todo este tema de la voluntad nos habla J.A. Marina en su libro “El misterio de la voluntad perdida” Ed. Anagrama. Os lo recomiendo.
Puedes leer también nuestros artículos de crecimiento personal.