Siempre comento lo importante que es aprender a gestionar nuestras emociones, sobre todo para las personas que padecemos dolor crónico, ya que estas tienen un gran impacto en nuestro cuerpo. Sin embargo, de decirlo a hacerlo hay un trecho. Y es que una correcta gestión emocional no se consigue de la noche a la mañana, se trata de un proceso que requiere constancia. Pero para ello, tenemos que saber qué es y en qué consiste la gestión emocional. Hoy, te traigo una pequeña guía para que des los primeros pasos en este camino de autocuidado y sanación.
Las emociones
Es difícil definir qué son las emociones, ya que depende de cuáles autores consultemos veremos que pueden extraerse diversos resultados. Pero de lo que estamos todos seguros, es que se trata de una reacción a un estímulo, ya sea interno o externo.
A diferencia de los sentimientos, estas tienen una muy breve duración, de tan sólo segundos o minutos y son de una elevada intensidad. Las emociones generan tanto en los seres humanos como en el resto de animales una disposición a la acción y pueden generar alteraciones fisiológicas significativas.
Básicamente las emociones nos sirven para adaptarnos al entorno y dar respuestas adecuadas en base al contexto. Es decir, las emociones pueden ayudar en la comunicación de estados afectivos y permiten al otro saber qué nos pasa en cada momento. Promueven y facilitan las interacciones sociales.
Pero también nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, a saber qué reacciones tenemos ante diversos estímulos, ya que la memoria es un elemento importante en estas, además de ayudarnos a planificar, razonar y un largo etcétera. En definitiva, en conocernos mejor a nosotros mismos y nuestro estado emocional.
Ahora bien, aunque no existen emociones “malas” como tal, es cierto que según como abordemos o gestionamos determinadas emociones, pueden hacernos daño o empeorar las situaciones que estamos viviendo. Para aprender a gestionarlas, en primer lugar debemos saber que existen diferentes tipos de emociones:
- Primarias: Son las más básicas, lo que sientes en lo más profundo. Son los que definen verdaderamente lo que sientes ante un estímulo determinado y pueden ser tanto “saludables”, como “no saludables”. Una emoción saludable, puede ser la tristeza, no es per se agradable pero es una respuesta pura a una situación, sin embargo se puede convertir en una emoción poco saludable cuando se convierte en un sentimiento crónico.
- Secundarias: Una emoción secundaria es una emoción defensiva que oscurece tu sentimiento
central o primario. A menudo ocultan lo que estássintiendo en lo más profundo. Aquí donde se necesita un gran trabajo de introspección, para poder averiguar cuál es el sentimiento primario y así poder tratarlo.
- Instrumentales: Son emociones que influencian o a veces manipulan, que se usan con el propósito de obtener algo que se desea. A veces es muy complicado reconocerlas porque las tienes tan asimiladas que parecen naturales. Esto no implica que exista un deseo de manipular de forma consciente, sino que de una forma u otra la expresión de esa emoción trae consigo algún “beneficio”. Por ejemplo, cuando lloramos o expresamos lo tristes que estamos, al fin y al cabo queremos que otros nos comprendan y empaticen con nuestros sentimientos.
La gestión emocional
La gestión emocional son todas aquellas herramientas que nos permiten manejar las emociones de una forma apropiada. Supone tomar una mayor conciencia de nuestras emociones, de sus tipos, de cómo nos afectan y afrontarlas. También modificar nuestros comportamientos, hábitos y capacidad para generarnos a nosotros mismos emociones agradables.
Para ello es necesario conocer y aplicar diferentes técnicas de gestión emocional y tener presente de que se trata de un proceso, un camino por recorrer de constante aprendizaje. Por mi parte, estaré encantada de ayudarte a realizarlo, aportándote mis conocimientos al respecto. Pero en primer lugar debemos tener presente cómo funcionan nuestras emociones, para así poder tener un mejor manejo de estas.
Mecanismo de las emociones
Para que las emociones se produzcan, existe un mecanismo inconsciente que todos realizamos y que está dividido en diversos pasos.
El primer paso consiste en la valoración y construcción. Cuando un acontecimiento nos influye de cualquier manera, necesitamos valorar en qué medida nos afecta y de qué forma. Para ello realizamos de forma inconsciente un doble análisis:
- Valoramos la situación y lo que implica. Para hacer esta valoración de la situación atendemos a tres factores. Las características de la situación, su influencia sobre nuestro bienestar y los recursos que tenemos para afrontarlo.
- A este segundo análisis se le llama construcción. Le damos un sentido a partir de nuestras creencias, expectativas y deseos. Es decir, cómo comentaba anteriormente, un componente importante de las emociones es la memoria, por lo que usamos nuestro pasado y aprendizajes sobre acontecimientos parecidos.
El segundo paso es la respuesta emocional. Cuando ya hemos dotado de sentido al estímulo, se desencadena la respuesta emocional, la cual nos predispone a una acción determinada, tanto desde el punto de vista cognitivo, conducta como neurofisiológico. A esto lo llamamos, las tres dimensiones de la emoción.
La predisposición a la acción que conllevan las emociones, nos lleva a continuación a tomar las medidas oportunas para hacer frente a las exigencias del acontecimiento, esto nos lleva al tercer paso, la acción. A partir de nuestra actuación se derivan unas consecuencias sobre nosotros y los demás y llegamos a ciertas conclusiones.
Las conclusiones serían el cuarto y último paso, estas conclusiones se almacenan para la próxima vez que tengamos que dar sentido a una situación parecida, convirtiéndolas en aprendizajes.
Este mecanismo perpetúa las emociones ante las situaciones, como un modo más efectivo y rápido de adaptarse a ellas. Este sistema se retroalimenta, por lo que tiende a ser inmutable. Sin embargo, si empezamos a tener conciencia de estas conclusiones u otras partes de este mecanismo es posible que logremos alterar el flujo del sistema y cambiar la emoción. Es decir, podremos empezar a gestionar nuestras emociones.
Gestión emocional y dolor crónico
Las personas con dolor crónico, sobre todo aquellas que se vean muy limitadas por su patología o enfermedad, como puedan serlo personas con artritis, fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, etc se enfrentan no solo a las emociones del día a día o estados emocionales derivados de situaciones pasadas, como todo el mundo, sino que cargan con emociones y sentimientos específicos producidos por su propia enfermedad y las consecuencias psicosociales de esta.
Una persona con dolor crónico, generará un largo abanico de emociones desagradables como la tristeza, el miedo, el enfado, frustración, ansiedad…pero el problema reside en el hecho de que estas emociones primarias, se convertirán en emociones desadaptativas, es decir, se cronificarán al igual que su enfermedad.
Incluso en algunas ocasiones, podrán convertirse en emociones secundarias, no dejando ver el verdadero origen de estas. Un paciente con dolor crónico debe saber gestionar sus emociones, ya que es uno de los primeros pasos para poder conocerse y por consiguiente gestionar la situación que le está tocando vivir.
Además se debe tener presente, que existen numerosas evidencias tanto clínicas, epidemiológicas como experimentales que confirman que las emociones y la salud de las personas están relacionadas. Así pues podría afirmarse que las emociones negativas constituyen un riesgo para la salud.
Los estudios sobre psiconeuroinmunología están aportando datos que permiten objetivar las relaciones entre los estados emocionales negativos y sus consecuencias en el sistema inmune. A parte de los efectos que produce el estrés sobre la salud de cualquier persona, y sobre todo de las que ya padecen de ciertas patologías, se debe destacar que éste induce a la realización de hábitos poco saludables como pueda ser el abuso de sustancias, mala alimentación o poco ejercicio físico, algo que perjudicaría a cualquier persona relativamente sana, pero que puede constituir un detonante significativo para una persona con enfermedades crónicas.
Por otra parte, las emociones también inciden en el riesgo de aparición de enfermedades, en su curso, precipitando crisis o su agravamiento. No olvidemos que algunos de los detonantes que pueden influir en la aparición de los síntomas de la fibromialgia son precisamente los traumas emocionales en muchos casos.
En otro orden de cosas, las emociones también pueden distorsionar la conducta de los enfermos. El grado de información, el apoyo y protección familiar, la relación con el médico y el personal sanitario, así como el cumplimiento de las prescripciones médicas son aspectos en las que las emociones tienen una gran influencia. El estado emocional del paciente puede hacer que tome decisiones o adopte conductas que interfieran en el tratamiento o el proceso de curación.
Así pues, si eres una persona con una enfermedad crónica es de vital importancia que aprendas a gestionar el estrés y las emociones negativas que traen consigo la enfermedad, ya que podrás centrarte mejor en poder seguir los tratamientos, tener hábitos saludables y prevenir que los síntomas como el insomnio, la niebla mental o el propio dolor se vuelvan más severos.
Es cierto que no siempre podemos controlar del todo nuestras emociones, hay que dejarlas fluir de forma natural, pero siempre debemos estar atentos a que no nos condicionen en nuestra vida diaria y sobre todo en nuestra enfermedad. Esto no significa que no podamos tener un día en el que estamos más tristes o enfadados, pero debemos trabajar en ellas para no tener consecuencias negativas a largo plazo.
Si te interesa aprender a gestionar tus emociones y en consecuencia, tu dolor , no dudes en contactar conmigo a través de la web, mis redes sociales o suscribirte a mi canal de Youtube.